2.06.2012

Vic Snake



La situación en la que pinta Vic Snake es, si vamos más allá de la mentalidad crítica obtusa en la que estamos emplazados, principalmente pluralista como justa manifestación de un periodo estético y epistemológico "post-narrativo".
Sin duda, Vic Snake, lejos del manierismo complaciente, ha convertido su obra en un "trayecto", en una sedimentación (intensiva) de experiencias, convirtiendo su imaginario en un crisol de "símbolos de diferentes culturas". Desde su irrupción en la escena artística madrileña, , ha mostrado un interés especial por los procedimientos pictóricos sin caer por ello en lo que llamaría "virtuosismo técnico-artesanal". Sus cuadros, épicos y desmesurados, surgen de un nomadismo vital pero también de una desmesura plástica, esto es, de una resistencia a seguir los caminos trillados del gestualismo bronco o del lirismo acaramelado. Vic Snake se encuentra, como lúcidamente advirtiera David Perez, entre la fuerza del gesto y la construcción dulce de la imagen: "El arte llega a alcanzar un sueño alternativo, el sueño que gobierna la cultura española desde Calderón de la Barca a Tàpies, sin caídas místicas en la utopía: un ‘ningún lugar abstracto’. Aquí domina la realidad brillante del lenguaje, que indica la tensión del artista, su capacidad para construir una arquitectura cimentada en el luto del negro, la disputa de la forma como fiesta del arte". Lo curioso es que, más que gestos que remitan al "cuerpo humano", en los cuadros de este artista parece que hubiera acontecido algo que supera al sujeto para implicar a la "naturaleza", pero también a la cruda accidentalidad de la pintura

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