7.19.2011

Dan colen

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La inspiración para mi serie de pinturas con chicle me vino mientras hacía unas rocas grandes con papel maché. Surgió de imaginar lugares “secretos” en las montañas, junto a las vías del tren, en cloacas, lugares en los que los adolescentes pudieran congregarse para emborra-charse, fumar hierba, hablar del universo y darse el lote. Por eso todas las rocas están pintadas con spray y cubiertas de cagadas de pájaro y chicles mascados. Estaba utilizando trocitos de acrílico para imitar el chicle y, para conseguir un aspecto realista, pegaba chicles a trozos de gomaespuma y luego los copiaba. Un día me quedé mirando la gomaespuma y pensé: “¡Hostia! ¡Esto mola mucho!”, así que empecé a hacer lienzos con chicles de verdad.

. Pero mis otros cuadros con chicles llevan título del estilo Me quiere, no me quiere, Compañero de vida, Soy una zorra, Un día me moriré o Este cuadro quedará muy bien encima de tu sofá.

Cuando empecé, los lienzos eran como muy dispersos. Cada uno tenía entre 20 y 30 trozos de chicle mascado, sepa-rados entre sí y colocados de forma aleatoria por la tela. Luego dejé de hacer este tipo de pinturas durante un tiempo y, cuando las retomé al cabo de unos meses, me dediqué a ellas en cuerpo y alma. Poco a poco se fue transformando en un proceso más elaborado y concienzudo. Empecé a añadir muchos más chicles en cada cuadro. Pegaba algunos, luego los arrancaba, los colocaba en otro sitio, los estiraba o los pegaba y mezclaba los sabores para crear nuevos colores.


Empecé a utilizar los chicles como si se trataran de pintura. Algunos lienzos tenían un chicle en el centro que se estiraba hacia fuera trazando espirales “hipnóticas”. También he hecho una serie de pinturas mofándome de Bazooka Joe, con cómics pegados al chicle. Pero la mayoría de las piezas consisten en jugar con los chicles y construir capas y capas hasta que se terminan. Acaban formando una maraña, pero son bonitos (al menos para mí). A veces me recuerdan las pinturas de Cecily Brown. No es que crea que tienen una intensidad o una belleza comparables. Me encanta su obra y la tengo metida en la cabeza, pero sólo es una fantasía y soy consciente de que se tratan de dos cosas completamente diferentes. Cecily es capaz de transformar la pintura. Por desgracia, yo tengo que ser mucho más literal y utilizar chicles en lugar de pintura.

Utilizo tantos sabores distintos de chicle que ni siquiera sabría por dónde empezar a enumerarlos. Mis favoritos son unos llamados Trident Splash, unas grageas duras por fuera y blandas por dentro, con sabor a mora y manzana o cosas por el estilo. Pero la verdad es que no masco mucho chicle. Para las primeras pinturas sí lo hacía, y también le pedía a mucha otra gente que lo hiciera. Era un proceso muy lento, por eso los cuadros están casi vacíos. Pero para estos cuadros nuevos he ingeniado modos de conseguir que el chicle tenga aspecto de mascado sin tener que masticarlo de verdad, como meterlo en agua hirviendo. Es más rápido y ofrece más opciones.

Ahora mismo estoy en un punto especial, o al menos particular, que me permite jugar a placer con mis obras. He decidido no aceptar proyectos ni exposiciones por ahora. Mi desarrollo conceptual y mi metodología de trabajo funcionan de forma distinta si no tengo fechas de entrega, ni mejor ni peor, simplemente a un ritmo diferente. Y eso hace que las pinturas salgan solas. Estoy enamorado de ellas.


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